Hola! ¿Cómo estás? ¡Te damos la bienvenida a una nueva edición de este news que tanto nos gusta hacer! La propuesta sigue firme: un domingo cada tanto, nos tomamos un momento para (in)formarnos, reflexionar y debatir sobre cómo habitamos el planeta 🌎
HOY
“¿Cuánto pagaron este mes de luz?”, desliza un amigo en el grupo de WhatsApp y abre paso a una larga catarsis grupal. ¿Pero vos tenés estufa a gas? ¿Dormís con el aire acondicionado prendido? ¡Yo me muero de frío en invierno! ¡Yo me muero de calor en verano! ¡Yo las dos!
Los fuertes aumentos en las boletas de luz y gas de los últimos meses fueron monopolizando las conversaciones de adultos y jóvenes. Pero más allá de lo difícil que se está haciendo llegar a fin de mes… ¿Qué tal si aprovechamos para profundizar en las causas? ¿Por qué mi departamento consume tanta energía? ¿Por qué me paso más de la mitad del año entre estufas eléctricas y aire acondicionado? ¿Cómo puede ser que muchas veces hace más calor adentro que afuera de mi casa? ¿Es normal? Y al márgen del costo económico… ¿Cuál es el costo ambiental de la energía?
Para empezar, es clave entender que vivimos en un planeta finito y que el consumo desmedido de recursos, junto al creciente aumento de la población, atentan contra esta realidad biofísica. Nos enfrentamos a un hecho innegable: nuestros patrones de consumo y el modelo socioeconómico actual no son sostenibles a largo plazo. A medida que construimos y habitamos el mundo que nos rodea, dejamos una huella ambiental significativa que supera con creces los límites de lo que la Tierra puede soportar. Esta actividad humana desmedida nos deja una creciente deuda ecológica. En otras palabras, vivimos a crédito, como si tuviéramos más de un planeta a disposición1.
Este desequilibrio no solo agota recursos naturales, sino que también contribuye a la pérdida de biodiversidad y a la contaminación generalizada de la atmósfera, las aguas y los suelos. Gran parte de esta deuda se atribuye a la acumulación de gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera2, y el rubro de la construcción juega un papel significativo en este panorama. Según el Informe de la Sexta Evaluación del IPCC, en 2019 las emisiones totales de GEI en el sector de la construcción representaron el 21% de las emisiones globales de ese año. Si solo se consideran las emisiones de CO2, la contribución de los edificios ascendería al 31% 3. Es bastante, ¿verdad?
Vale la pena destacar que en los últimos 30 años las emisiones globales de CO2 procedentes de los edificios aumentaron en un 50% 4. Para ser más concretos, en el año 2022 la construcción se destacó como uno de los mayores consumidores de energía, representando el 30% de la demanda total, principalmente para el funcionamiento de sistemas de calefacción y refrigeración. Si consideramos la energía necesaria para fabricar los materiales de construcción, este porcentaje se eleva al 34%5.
¿Y esto es culpa del clima o es culpa de los edificios? No vamos a negar que ahí afuera el pavimento está cada vez más caliente, pero nuestras construcciones tienen un potencial mucho mayor del que se cree para convertirse en refugios resilientes al cambio climático, logrando ambientes confortables sin derrochar la energía y los recursos de la manera que lo hacen hoy. ¿Qué queremos decir con esto? Que en un contexto de cambio climático, las malas prácticas en la construcción pueden contribuir a un aumento en el consumo de energía y las emisiones de GEI. Por otro lado, teniendo la capacidad de reducir la energía consumida para climatizar los edificios, y con ello, las emisiones asociadas, los arquitectos y constructores se encuentran en la primera línea en la lucha contra el cambio climático, ya que mientras no logremos prescindir de los combustibles fósiles, un edificio responsable es aquel que reduce la energía que consume.
En esta edición queremos celebrar el Día del Arquitecto (que se conmemora cada primero de julio) generando conciencia y homenajeando a todos los profesionales que trabajan día a día proyectando y construyendo los espacios que habitamos, respetando el entorno natural y contribuyendo positivamente a la salud y la calidad de vida de las personas.
¿Y vos? ¿Cuánto pagaste este mes de luz?
SALIR DE LO INMEDIATO:
“La arquitectura existe gracias al hecho de que la naturaleza rara vez proporciona las condiciones de temperatura fisiológica necesarias [...] La arquitectura es, por lo tanto, el arte de construir un entorno climático cercano a la condición homeotérmica del ser humano”. Climatic Architecture - Philippe Rahm (Traducción propia).
En su libro “Climatic Architecture”, Philippe Rahm nos dice que la razón de ser de la arquitectura es climática. Dado que las personas debemos mantener una temperatura corporal constante de 37º, y debido a la necesidad de descargar constantemente un poco de calor a través de la piel, el ambiente alrededor del cuerpo debe ser un poco más frío, entre los 20º y los 28º. ¿Qué quiere decir con esto? Que la arquitectura es “el arte de construir climas”, que su función es recrear una primavera eterna en una pequeña porción de aire contenida entre muros, para convertir un entorno natural inhóspito, en un entorno habitable.
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Pero entonces, ¿es posible construir y habitar de manera sostenible sin comprometer nuestro nivel de vida? ¿Es posible pensar en la sostenibilidad en un contexto de crecimiento demográfico continuo? ¿Qué papel debería cumplir el sector de la construcción frente a la crisis ambiental y climática?
Construcción y Mitigación: ¡tenemos un match!
Cada vez contamos con más evidencia científica que resalta el potencial de reducción de emisiones de carbono que existe en el rubro de la construcción y su posibilidad de contribuir a la mitigación del cambio climático 6, desempeñando un papel clave en el cumplimiento de los objetivos del Acuerdo de París y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Además de esto, tiene el potencial de generar un impacto positivo en la salud de las personas al mejorar tanto la calidad del aire interior, como el confort térmico. Por otro lado, un enfoque global para la descarbonización de la construcción podría tener efectos económicos significativos, aumentando la productividad laboral, generando más puestos de trabajo, y sobre todo, garantizando tanto el suministro como el acceso de energía a cada vez más personas7.
Las medidas de mitigación en los edificios (es decir, de reducción de emisiones) son variadas e incluyen mejoras en componentes como la envolvente y los materiales, así como la optimización de sistemas como la calefacción y la refrigeración. Sin embargo, el enfoque más importante es el diseño bioclimático, que implica diseñar edificios teniendo en cuenta el clima y las condiciones ambientales locales para garantizar un confort interior óptimo y reducir al máximo el consumo de energía. Esto se logra mediante estrategias de arquitectura pasiva, como la adecuada orientación del edificio, el uso de materiales térmicamente eficientes, la ventilación cruzada, la iluminación natural y la regulación de la radiación solar.
El diseño bioclimático y las estrategias pasivas para la calefacción, refrigeración e iluminación natural pueden reducir enormemente el impacto climático de los edificios y evitar la necesidad de refrigeración en países en desarrollo.
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¿Pero es esto algo nuevo? Lejos de serlo, la arquitectura vernácula, es decir, la arquitectura nativa de cada región, constituye un buen ejemplo de arquitectura bioclimática. Estas construcciones responden a las necesidades locales, utilizando materiales y técnicas disponibles en la región, y reflejando la cultura, el clima y los recursos de una comunidad específica. La arquitectura vernácula responde de manera ingeniosa y eficaz a las condiciones climáticas locales utilizando materiales y técnicas adaptadas al entorno. En climas cálidos, por ejemplo, las construcciones incorporan diseños que maximizan la ventilación natural, como patios interiores, ventanas estratégicamente ubicadas y sistemas de protección solar. Además, se utilizan materiales que ayudan a mantener el interior fresco, como adobe, piedra o materiales ligeros y reflectantes. Por otro lado, en climas fríos, se emplean técnicas para retener el calor, como paredes gruesas, techos bajos y materiales con capacidad térmica alta, como la madera.
En los Valles Calchaquíes, por ejemplo, en el Noroeste Argentino, la arquitectura tradicional se adapta al clima local a través de grandes galerías que sirven como áreas comunes y protegen del sol directo. Además, las ventanas pequeñas y los techos altos ayudan a mantener frescas las casas durante los días calurosos y a retener el calor durante las noches frías. Los materiales de construcción, como el adobe y la piedra, ofrecen una gran inercia térmica, lo que significa que absorben y retienen el calor durante el día y lo liberan lentamente durante la noche, proporcionando así un ambiente más confortable en el interior de las viviendas.
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Estos principios fundamentales de la arquitectura se descuidaron durante el siglo XX debido al uso extensivo de combustibles fósiles en sistemas de calefacción y aire acondicionado, lo que resultó en la contaminación del aire, la formación de islas de calor y una mayor contribución al efecto invernadero y al calentamiento global. Actualmente, y en respuesta a las olas de calor y al cambio climático, los arquitectos y urbanistas se enfrentan al desafío de adaptar eficazmente sus diseños a las condiciones climáticas contemporáneas.
Y entonces, ¿qué pasa con las herramientas compositivas de la arquitectura? ¿Deberían seguir siendo geométricas, metafóricas, programáticas, como en el siglo XX? ¿O podrían también volverse climáticas?
Nuestro amigo Philippe Rahm introduce el concepto de “arquitectura meteorológica”, y afirma que los fenómenos meteorológicos son (o deberían ser) los nuevos medios para componer y diseñar los espacios, asesorando en la elección de la forma, los materiales y las funciones.
“El cambio climático nos obliga a repensar la arquitectura y a cambiar el enfoque puramente visual y funcional a uno más sensible, preocupado por los parámetros invisibles y climáticos del espacio”.
¡Oh mirá, un panel solar!
En esta búsqueda de estrategias sostenibles para la construcción, tendemos a creer que incorporar energías renovables en un edificio (o sumar cierta cantidad de plantas en los balcones) lo convierte en un emblema de sostenibilidad. ¿Pero esto es así? Si bien los paneles solares son una excelente herramienta para la generación de energía limpia y renovable, la sostenibilidad abarca un espectro mucho más amplio de prácticas y enfoques. Seamos claros: la casa más sustentable no es la que tiene mayor cantidad de paneles solares en su terraza, sino la que menos paneles necesita, para cubrir el total de sus necesidades energéticas. Por otro lado, la construcción sostenible no se limita únicamente a la eficiencia energética y las fuentes de energía renovable, sino que debe ser abordada desde una perspectiva holística, priorizando el bienestar humano, la preservación del ambiente y el crecimiento económico a largo plazo. Esto implica la gestión responsable de los recursos naturales, la reducción de la contaminación y la promoción de la equidad social y económica, entre otros aspectos.
¿Y cómo aborda la sostenibilidad estos conceptos de equidad social y económica?
A finales de la década del 90, la ONG francesa négaWatt introdujo el marco SER (Sufficiency, Efficiency, Renewables) que aboga por una transición energética descarbonizada.
El concepto más innovador de estos tres es el de suficiencia, que va más allá de las soluciones técnicas habituales y se enfoca en la conciencia social global. Su objetivo es alcanzar un nivel de consumo y uso de recursos que satisfaga las necesidades humanas básicas de manera equitativa y sostenible, dentro de los límites planetarios, promoviendo así un nivel de vida digno para todos sin comprometer las futuras generaciones. La suficiencia implica un cambio fundamental en nuestra percepción y uso de los recursos, fomentando un consumo más consciente y equitativo. Al trascender lo puramente técnico, nos invita a reconsiderar nuestros hábitos y valores en relación con la energía y el ambiente, lo que puede tener un impacto transformador en la sociedad y en la sostenibilidad a largo plazo. ¿Y cómo podemos implementar la suficiencia en la construcción? Aprovechando mejor los edificios existentes, fomentando las viviendas multifamiliares y ajustando el tamaño de los edificios según las necesidades de los hogares.
Ya hablamos de diseño bioclimático, eficiencia energética, energías renovables y “suficiencia”... ¿Pero qué pasa con los materiales?
La paradoja de los tres cerditos
¿Te acordás de ese cuento que nos contaban cuando éramos chicos, en el que había tres cerditos que construían sus casas con paja, madera y ladrillos para protegerse del lobo? En esa historia, el lobo derribaba fácilmente las casas de paja y madera, pero no podía con la casa de ladrillos. Finalmente, los tres cerditos aprendían la importancia del trabajo duro, y vivían seguros y felices en la casa de ladrillos. Todo muy bonito con la moraleja del trabajo duro... pero ¿qué pasaría si te contamos que esos materiales naturales son los que nos pueden ayudar a combatir el calentamiento global en un contexto de crisis climática?
El impacto climático de los edificios abarca tanto las emisiones de CO2 generadas durante la fase operativa del edificio (como el consumo de energía para calefacción, refrigeración, iluminación y electrodomésticos), así como el CO2 incorporado en los materiales y en el proceso mismo de construcción.
Es por esto que la reducción de las emisiones de GEI en la producción de materiales también desempeña un papel crucial en la disminución de las emisiones incorporadas en general. De hecho, a medida que disminuye la demanda de energía en los edificios, el papel de la energía y el carbono incorporados en los materiales de construcción se vuelve aún más relevante. Si bien la construcción tradicional suele asociarse con estructuras de hormigón, ladrillo y acero, es fundamental considerar otras formas de construcción, como la construcción con madera, tierra, paja y bambú, para fomentar prácticas de construcción más sostenibles y con menor impacto ambiental.
¿Sabías que existen materiales que además de ser naturales, biodegradables y con excelentes propiedades térmicas y acústicas, contribuyen a reducir la huella ecológica de los edificios? Un gran ejemplo es la madera, que se considera carbono negativo en el contexto de la construcción por su capacidad de almacenar carbono a lo largo de su ciclo de vida. Sí, leíste bien. Los árboles absorben dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera durante su crecimiento mediante el proceso de fotosíntesis, almacenando ese carbono en su interior8.
Cuando se utiliza la madera como material de construcción, este carbono almacenado permanece retenido en la estructura del edificio, actuando como un sumidero a largo plazo. Es por esto que, si se gestiona de manera sostenible, la silvicultura puede promover la regeneración de los bosques, continuando con el ciclo de absorción de carbono. En contraste, los materiales de construcción no renovables, como el acero y el hormigón, implican emisiones significativas de carbono durante su producción.
Si bien en nuestro país existen numerosos ejemplos de bioconstrucción, generalmente relacionados con proyectos de autoconstrucción o viviendas unifamiliares, vale la pena destacar que estas técnicas constructivas también pueden aplicarse a proyectos de mayor envergadura. Además, los materiales naturales utilizados en la bioconstrucción tienen el potencial de ser industrializados, lo que abre nuevas oportunidades para su uso a gran escala.
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¿Y ahora qué?
La urgencia de tomar medidas para lograr la descarbonización del sector de la construcción es innegable. La construcción y operación de los edificios contribuyen de manera considerable al consumo de energía y a las emisiones de carbono, lo que aumenta la presión sobre los recursos naturales y acelera el calentamiento global. El último informe de la UNEP revela que el sector mundial de edificaciones y construcción no está en línea con los objetivos del Acuerdo de París para lograr un parque edificado eficiente, resiliente y con emisiones netas cero para 2050 9. Hoy, más que nunca, es fundamental abordar la descarbonización del sector para mitigar el cambio climático, reducir la contaminación ambiental, promover la sostenibilidad a largo plazo y garantizar el acceso universal a la energía.
El período entre 2020 y 2030 es crucial para la descarbonización del sector 10. Aunque gran parte del parque edificado global aún está por construirse, esto ofrece un potencial significativo para reducir las emisiones mediante la implementación de códigos de construcción energéticamente exigentes. En los llamados “países en desarrollo”, donde la necesidad de construcción es mayor y la tasa de reemplazo de edificios es alta, la falta de regulaciones adecuadas en materia de eficiencia energética es preocupante, ya que puede conducir a la proliferación de edificios poco eficientes y vulnerables a desastres naturales. Es por esto que necesitamos una colaboración entre diferentes niveles de gobierno y la implementación de políticas integradas para lograr estos objetivos, donde los subsidios y subvenciones pueden ser herramientas financieras útiles cuando las inversiones no pueden ser respaldadas completamente por el mercado. Por otro lado, si bien se espera que los costos de muchas tecnologías relevantes en la construcción de edificios de alto rendimiento energético disminuyan significativamente, algunas investigaciones destacan que la rentabilidad no depende únicamente de la reducción de los costos de las tecnologías, sino que es igualmente importante poseer el conocimiento y las habilidades necesarias para seleccionar, combinar, secuenciar y sincronizar estas tecnologías de manera óptima para aprovechar al máximo su interdependencia y generar sinergia.
En su último informe, la UNEP propone recomendaciones específicas para abordar este desafío. Por un lado, se insta a los responsables de políticas a desarrollar hojas de ruta de acción climática, fortalecer los códigos de energía de los edificios y reducir el carbono incorporado en el sector. A la vez, se alienta a las organizaciones privadas a adoptar medidas climáticas, invertir en edificaciones energéticamente eficientes y promover la modernización de alto rendimiento. Finalmente, se anima a los investigadores y las ONG a apoyar el desarrollo de evidencia, crear conciencia sobre la descarbonización de edificios y colaborar con otros sectores interdependientes11.
Impulsar un futuro con emisiones de carbono reducidas en el sector de la construcción implica adoptar un enfoque integral que combine conocimientos técnicos y nuevas tecnologías con cambios sistémicos en la forma en que se conciben, se regulan y se construyen los proyectos arquitectónicos.
¿Cómo buscar soluciones que no solo sean sostenibles, sino que también promuevan la salud y el bienestar en su sentido más amplio? Principalmente explorando nuevas formas de integrar la biodiversidad en nuestras ciudades, adoptando un enfoque holístico que fomente la justicia social, la equidad y la diversidad en todos los aspectos de la construcción y el urbanismo, para crear comunidades más resilientes y respetuosas con la naturaleza. En este sentido es clave unir esfuerzos para impulsar la innovación y la investigación de soluciones basadas en la naturaleza (SbN) que consideren la conservación de los recursos naturales y los ecosistemas, y se apoyen en el diseño biofílico.
Si te quedaste manija, no te preocupes, profundizamos más sobre estos temas en nuestro próximo artículo.
Recomendaciones para (re)conectar
En esta sección buscamos descontracturar un poco a través de lindas recomendaciones que nos hagan reflexionar o conmover con la belleza del mundo natural. Para esta edición volvemos a matchear la recomendación con el tema.
Ambientes: Arquitectura sustentable es una serie del Canal Encuentro que explora la diversidad de materiales y métodos constructivos disponibles para elaborar una arquitectura y urbanismo mas armónicos con el entorno natural. Muy recomendable para seguir con el tema y darnos cuenta que la ciudad gris de torres aburridas no es ni la única ni la más deseable posibilidad a nuestro alcance.
Llegamos al final.
Eso es todo por hoy. Esta entrega fue el resultado de un trabajo en equipo. Esperamos que lo hayas disfrutado, como nos pasó al hacerlo.
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Ibid.
Cabeza, L. F., Q. Bai, P. Bertoldi, J.M. Kihila, A.F.P. Lucena, É. Mata, S. Mirasgedis, A. Novikova, Y. Saheb, 2022: Buildings. In IPCC, 2022: Climate Change 2022: Mitigation of Climate Change.
Ibid.
United Nations Environment Programme, 2024. Beyond foundations: Mainstreaming sustainable solutions to cut emissions from the buildings sector.
Cabeza, L. F., Q. Bai, P. Bertoldi, J.M. Kihila, A.F.P. Lucena, É. Mata, S. Mirasgedis, A. Novikova, Y. Saheb, 2022: Buildings. In IPCC, 2022: Climate Change 2022: Mitigation of Climate Change.
Ibid.
En forma de madera, hojas y raíces. Aunque también puede transferirse, junto con otros nutrientes, entre árboles y otras plantas a través del micelio, la red de filamentos subterránea de los hongos.
United Nations Environment Programme, 2024. Beyond foundations: Mainstreaming sustainable solutions to cut emissions from the buildings sector.
Cabeza, L. F., Q. Bai, P. Bertoldi, J.M. Kihila, A.F.P. Lucena, É. Mata, S. Mirasgedis, A. Novikova, Y. Saheb, 2022: Buildings. In IPCC, 2022: Climate Change 2022: Mitigation of Climate Change.
United Nations Environment Programme, 2024. Beyond foundations: Mainstreaming sustainable solutions to cut emissions from the buildings sector.